© Robert & Shana ParkeHarrison.













jueves, 30 de septiembre de 2010

Yann Tiersen - Comptine d´un autre été: l´après midi

J. A. Valente - El adiós

Entró y se inclinó hasta besarla
porque de ella recibía la fuerza.

(La mujer lo miraba sin respuesta)

Había un espejo humedecido
que imitaba la vida vagamente.                                    
Se apretó la corbata,
el corazón,
sorbió un café desvanecido y turbio,
explicó sus proyectos
para hoy,                                                                  
sus sueños para ayer 
y sus deseos para nunca jamás.

(Ella lo contemplaba silenciosa)

Habló de nuevo. 
Recordó la lucha de tantos días
y el amor pasado. 
La vida es algo inesperado, dijo 
(más frágiles que nunca sus palabras).
Al fin calló con el silencio de ella,
se acercó hasta sus labios
y lloró simplemente 
sobre aquellos labios
ya para siempre sin respuesta.

J. A. Valente

© Duane Michals.

Judy Garland - Smile

Julio Cortázar - Toco tu boca

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

Julio Cortázar. Rayuela.


Erik Satie - Gnossienne nº. 1